El 24 de junio de 1993, mientras ocupaba su banca de Diputado Nacional, fallecía el Dr. Mario Verdú. Para quienes no lo conocieron o no lo trataron, consideramos oportuno reflejar sintéticamente, sus singulares dotes morales e intelectuales.
Había nacido en Rafaela, un 27 de diciembre de 1931; hijo de Francisca Peretti y Modesto Verdú, un inmigrante español, de Alicante, quien fundó en 1924 el Colegio particular 25 de Mayo en Rafaela. Mario nació y se crió prácticamente en dicho colegio, y su gran vocación a la docencia fue el origen de graduarse desde muy joven como maestro normal.
Era razonable y cómodo trabajar en su propia casa, con su padre como director, y sus amigos compañeros de tareas. Pero Mario no quiso, pensó que podía ser un privilegiado, y se inscribió como “maestro rural de fronteras”, y fue designado en el Chaco santafesino a una escuelita rancho en el paraje El Pirincho. Vivió varios años en ella, ubicada en pleno monte, y además de su labor docente se dedicó de pleno a la lectura. Quería que los niños y sus padres sometidos en los obrajes aprendieran a leer; buscó liberar a esas familias para que sean libres pensadores y capacitados para elegir. Mientras duró su estadía en El Pirincho, estudió abogacía, y viajaba periódicamente a Santa Fe a rendir materias, recibiéndose de abogado en 1957, profesión que no ejerció; su pasión era la enseñanza, por la cual ocupó cátedras en el Instituto del Profesorado, de su ciudad natal.
Por aquellos años fue atrapado por la acción política; admirador de los ideales de Lisandro de la Torre, se enrola en el Partido Demócrata Progresista y comienza su apasionada militancia, especialmente con la juventud que lo admiraba.
Nuevamente hace de “el maestro”; y ocupa varios cargos partidarios y candidaturas hasta llegar a ser electo Diputado Provincial, ganándose en la legislatura santafesina el respeto y admiración de propios y de adversarios políticos, merced a su clara inteligencia y absoluta dedicación de los problemas de la Provincia.
Con su amigo y correligionario Enrique Muttis, fueron las primeras voces que se alzaron contra la Ley Federal de Educación que había impulsado y aprobado el gobierno menemista. En 1990 es electo Diputado Nacional, demostrando también en el Congreso, sus dotes de brillante legislador; había propuesto la derogación de tan funesto código educativo, cuando lo sorprende repentinamente la muerte al culminar una reunión parlamentaria.
Sus restos mortales fueron velados en el Congreso Nacional, y luego incinerados como él lo había pedido a sus amigos y familiares. La llegada de sus cenizas a la Municipalidad de Rafaela y luego depositadas en el cementerio, fueron una muestra cabal del cariño y admiración que su ejemplar trayectoria transmitió a una gran concurrencia de personas despidiéndolo. Varios oradores destacaron sus amplias virtudes, como maestro y político, pero debemos destacar un párrafo que decía: “Mario demostró en su accionar que se puede ser político y honesto al mismo tiempo, como lo fuera Lisandro de la Torre, a quien siempre recordaba y admiraba”
Hector Eduardo Jullier.
Diputado Provincial M/C
Había nacido en Rafaela, un 27 de diciembre de 1931; hijo de Francisca Peretti y Modesto Verdú, un inmigrante español, de Alicante, quien fundó en 1924 el Colegio particular 25 de Mayo en Rafaela. Mario nació y se crió prácticamente en dicho colegio, y su gran vocación a la docencia fue el origen de graduarse desde muy joven como maestro normal.
Era razonable y cómodo trabajar en su propia casa, con su padre como director, y sus amigos compañeros de tareas. Pero Mario no quiso, pensó que podía ser un privilegiado, y se inscribió como “maestro rural de fronteras”, y fue designado en el Chaco santafesino a una escuelita rancho en el paraje El Pirincho. Vivió varios años en ella, ubicada en pleno monte, y además de su labor docente se dedicó de pleno a la lectura. Quería que los niños y sus padres sometidos en los obrajes aprendieran a leer; buscó liberar a esas familias para que sean libres pensadores y capacitados para elegir. Mientras duró su estadía en El Pirincho, estudió abogacía, y viajaba periódicamente a Santa Fe a rendir materias, recibiéndose de abogado en 1957, profesión que no ejerció; su pasión era la enseñanza, por la cual ocupó cátedras en el Instituto del Profesorado, de su ciudad natal.
Por aquellos años fue atrapado por la acción política; admirador de los ideales de Lisandro de la Torre, se enrola en el Partido Demócrata Progresista y comienza su apasionada militancia, especialmente con la juventud que lo admiraba.
Nuevamente hace de “el maestro”; y ocupa varios cargos partidarios y candidaturas hasta llegar a ser electo Diputado Provincial, ganándose en la legislatura santafesina el respeto y admiración de propios y de adversarios políticos, merced a su clara inteligencia y absoluta dedicación de los problemas de la Provincia.
Con su amigo y correligionario Enrique Muttis, fueron las primeras voces que se alzaron contra la Ley Federal de Educación que había impulsado y aprobado el gobierno menemista. En 1990 es electo Diputado Nacional, demostrando también en el Congreso, sus dotes de brillante legislador; había propuesto la derogación de tan funesto código educativo, cuando lo sorprende repentinamente la muerte al culminar una reunión parlamentaria.
Sus restos mortales fueron velados en el Congreso Nacional, y luego incinerados como él lo había pedido a sus amigos y familiares. La llegada de sus cenizas a la Municipalidad de Rafaela y luego depositadas en el cementerio, fueron una muestra cabal del cariño y admiración que su ejemplar trayectoria transmitió a una gran concurrencia de personas despidiéndolo. Varios oradores destacaron sus amplias virtudes, como maestro y político, pero debemos destacar un párrafo que decía: “Mario demostró en su accionar que se puede ser político y honesto al mismo tiempo, como lo fuera Lisandro de la Torre, a quien siempre recordaba y admiraba”
Hector Eduardo Jullier.
Diputado Provincial M/C
No hay comentarios:
Publicar un comentario