26 de junio de 2012

A 19 años de la muerte de un gran maestro

El 24 de junio de 1993, mientras ocupaba su banca de Diputado Nacional, fallecía el Dr. Mario Verdú. Para quienes no lo conocieron o no lo trataron, consideramos oportuno reflejar sintéticamente, sus singulares dotes morales e intelectuales.
Había nacido en Rafaela, un 27 de diciembre de 1931; hijo de Francisca Peretti y Modesto Verdú, un inmigrante español, de Alicante, quien fundó en 1924 el Colegio particular 25 de Mayo en Rafaela. Mario nació y se crió prácticamente en dicho colegio, y su gran vocación a la docencia fue el origen de graduarse desde muy joven como maestro normal.
Era razonable y cómodo trabajar en su propia casa, con su padre como director, y sus amigos compañeros de tareas. Pero Mario no quiso, pensó que podía ser un privilegiado, y se inscribió como “maestro rural de fronteras”, y fue designado en el Chaco santafesino a una escuelita rancho en el paraje El Pirincho. Vivió varios años en ella, ubicada en pleno monte, y además de su labor docente se dedicó de pleno a la lectura. Quería que los niños y sus padres sometidos en los obrajes aprendieran a leer; buscó liberar a esas familias para que sean libres pensadores y capacitados para elegir. Mientras duró su estadía en El Pirincho, estudió abogacía, y viajaba periódicamente a Santa Fe a rendir materias, recibiéndose de abogado en 1957, profesión que no ejerció; su pasión era la enseñanza, por la cual ocupó cátedras en el Instituto del Profesorado, de su ciudad natal.
Por aquellos años fue atrapado por la acción política; admirador de los ideales de Lisandro de la Torre, se enrola en el Partido Demócrata Progresista y comienza su apasionada militancia, especialmente con la juventud que lo admiraba.
Nuevamente hace de “el maestro”; y ocupa varios cargos partidarios y candidaturas hasta llegar a ser electo Diputado Provincial, ganándose en la legislatura santafesina el respeto y admiración de propios y de adversarios políticos, merced a su clara inteligencia y absoluta dedicación de los problemas de la Provincia.
Con su amigo y correligionario Enrique Muttis, fueron las primeras voces que se alzaron contra la Ley Federal de Educación que había impulsado y aprobado el gobierno menemista. En 1990 es electo Diputado Nacional, demostrando también en el Congreso, sus dotes de brillante legislador; había propuesto la derogación de tan funesto código educativo, cuando lo sorprende repentinamente la muerte al culminar una reunión parlamentaria.
Sus restos mortales fueron velados en el Congreso Nacional, y luego incinerados como él lo había pedido a sus amigos y familiares. La llegada de sus cenizas a la Municipalidad de Rafaela y luego depositadas en el cementerio, fueron una muestra cabal del cariño y admiración que su ejemplar trayectoria transmitió a una gran concurrencia de personas despidiéndolo. Varios oradores destacaron sus amplias virtudes, como maestro y político, pero debemos destacar un párrafo que decía: “Mario demostró en su accionar que se puede ser político y honesto al mismo tiempo, como lo fuera Lisandro de la Torre, a quien siempre recordaba y admiraba”

Hector Eduardo Jullier.
Diputado Provincial M/C

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